martes, 13 de marzo de 2018

2015, 2016 y 2017 han sido los años más calurosos desde que hay registros

Diferencia entre la temperatura de 2017 y la media del periodo 1981-2010. OMM
La temperatura media el año pasado fue 1,1 grados superior a la de la época preindustrial
La Organización Meteorológica Mundial ha confirmado hoy que 2017 ha sido uno de los tres años más calurosos —junto a 2016 y 2015— desde que comenzaron los registros en 1880. El análisis de la institución muestra que la temperatura media en la superficie del planeta el año pasado fue 1,1 grados centígrados superior a la del periodo 1880-1900, considerado "preindustrial". El año 2016 mantiene el título de más cálido, con 1,2 grados por encima de esa referencia preindustrial.


“La tendencia a largo plazo de la temperatura es mucho más importante que la clasificación de los años individuales. Y esa tendencia es ascendente”, ha subrayado en un comunicado el finlandés Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial. “17 de los 18 años más cálidos han sido registrados durante este siglo, y el grado de calentamiento en los últimos tres años ha sido excepcional. El calentamiento del Ártico ha sido especialmente pronunciado y esto tendrá repercusiones profundas y duraderas en el nivel del mar y en los patrones climáticos en otras partes del mundo”, ha alertado Taalas. Su institución ya advirtió en diciembre de que las temperaturas en el Ártico aumentan al doble del ritmo que la temperatura mundial.
La organización recuerda que 2016 fue especialmente cálido porque se sumó el efecto de El Niño, un fenómeno cíclico natural relacionado con un aumento de las temperaturas en la parte oriental del Pacífico tropical. 2017 ha sido el año más caluroso sin El Niño. El año pasado, incluso, vivió el fenómeno contrario, La Niña, que enfría los termómetros. Pese a todo, 2017 empata con 2015 como año más cálido, tras el excepcional 2016.
“Las temperaturas solo cuentan una pequeña parte de la historia. El calentamiento en 2017 estuvo acompañado por un tiempo extremo en muchos países del mundo. Estados Unidos ha vivido su año más costoso en términos meteorológicos y de desastres climáticos, mientras que otros países han visto su desarrollo ralentizado o revertido por ciclones tropicales, inundaciones y sequías”, destaca Taalas.

"Los resultados globales enlazan con lo que estamos observando en España. Aquí, 2017 ha sido el año más cálido desde que comenzó la serie en 1965", explica Rubén del Campo, de la Agencia Estatal de Meteorología. La temperatura media mundial en 2017 fue 0,46 grados superior al promedio del periodo 1981-2010. En España, ese aumento se ha "disparado" hasta 1,1 grados, según advierte Del Campo.

El análisis de la Organización Meteorológica Mundial combina los datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE UU, del Instituto Goddard de Investigaciones Espaciales de la NASA, del Centro Hadley de la Oficina Meteorológica de Reino Unido, del Servicio Meteorológico de Japón y del programa Copernicus del Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo.

Fuente: ElPais.com

sábado, 10 de marzo de 2018

El árbol geneaológico de toda la Humanidad

Esta imagen corresponde con la representación del 0,5% del árbol genealógico generado por los autores. COLUMBIA UNIVERSITY
Año 2018. El planeta ha alcanzado los 7.457 millones de habitantes. Son datos del censo mundial proporcionado por Estados Unidos. Los avances tecnológicos nos permiten la comunicación con casi cualquier persona que deseemos y el transporte nos lleva a lugares remotos en pocas horas. Cuesta recordar que, no hace tanto, necesitábamos semanas para recibir una carta y meses para llegar a países lejanos. Eran momentos en los que conocer a una persona y casarse era algo que ocurría en nuestro entorno. Con el tiempo, la humanidad se ha dispersado y con ello nuestras relaciones. Esto es lo que ha medido un grupo de investigadores que, tras analizar el parentesco de 86 millones de personas, ha creado el mayor árbol genealógico construido hasta la fecha. En él hay 13 millones de individuos conectados a lo largo de 11 generaciones y agrupados en 5,3 millones de familias distintas. Se trata de un análisis histórico mundial que va de 1840 al año 2000 y que recoge datos de perfiles públicos que provienen de Europa y América del Norte. La información incluye cuándo y dónde nació y murió cada persona.El estudio, publicado en la revista Science, lo ha dirigido el informático Yaniv Erlich, investigador de la Universidad de Columbia y responsable científico de la compañía de análisis genéticos MyHeritage, de la se ha obtenido gran parte de la colección de datos con los que se ha generado el árbol de la vida más grande del mundo.

Migraciones y casamientos
Las enormes bases de datos públicas permiten conocer parte de nuestra historia. En ellas se puede observar la reducción de la mortalidad infantil en el siglo XX o las altas tasas de mortalidad en edad militar durante las grandes guerras. Pero si hay algo novedoso que aporta este inmenso árbol de la vida de Yaniv Erlich es la posibilidad de ver con exactitud cómo han variado las relaciones humanas, un dato que se obtiene de analizar la migración y los casamientos.En las sociedades occidentales de los últimos 300 años, la mujer ha migrado más que el hombre, aunque ha recorrido distancias más cortas. Además, en estos desplazamientos las madres se han alejado menos de sus hijos de lo que lo han hecho los padres, que tienen, por otro lado, menos reparo en cambiar de país.
El lugar dónde encontrar una pareja ha cambiado a lo largo de los siglos. En Estados Unidos, antes de 1750, los habitantes encontraban un cónyuge en un radio de 10 kilómetros del lugar donde nacieron y lo más común era la elección de un primo cuarto. A partir de 1800 esta distancia se duplicó y llegó a los 19 kilómetros en 1850. En esta época, el ferrocarril produjo cambios rápidos en el transporte. La gente viajó más que nunca para encontrar un compañero, pero las parejas siguieron formándose entre parientes. Esto va en contra de lo que se creía hasta entonces: que la consanguinidad se redujo a medida que la población humana se dispersaba.

El rechazo al matrimonio entre parientes
Con la segunda Revolución Industrial, ya en 1870, el radio de distancia al que se formaron los matrimonios siguió en aumento y alcanzó los 100 kilómetros en 1950. Sin embargo, el parentesco del primo cuarto de 1850 ha pasado a ser, en la actualidad un primo séptimo.Los autores sugieren que el rechazo de la sociedad a casarse con parientes cercanos jugó un papel importante evitando la consanguinidad. Aunque los avances en el transporte durante el siglo XIX conectaron distintas poblaciones y permitieron recorrer largas distancias, no fue ésta la causa de que se redujera la relación genética, sino que fue un cambio cultural en occidente lo que evitó los casamientos entre familiares. El estudio no analiza, sin embargo, si existe también una tendencia a descartar los matrimonios concertados en los países de origen, como ocurre en ciertas culturas.
En occidente, una vez superada la tradición de enlaces en el seno de una misma familia, cabe preguntarse si la última revolución tecnológica, con la aparición de las computadoras e internet en el siglo XX y lo que llaman la revolución digital que llega hasta nosotros en pleno siglo XXI, podría contribuir a aumentar la variación genética. Hoy en día que muchas parejas conectan y se conocen por internet, sería plausible pensar que las personas viajan con mayor frecuencia fuera de sus países de origen para casarse. "En efecto", ha afirmado a EL MUNDO Yaniv Erlich. "Durante la segunda revolución industrial, el desarrollo del sistema de vías ferroviarias se correlaciona con un aumento de la migración y de los matrimonios. Otros cambios tecnológicos también pueden inducir a una mayor migración y recorrer una mayor distancia para el casamiento".

Toda la humanidad está conectada
En 1930, el escritor húngaro Frigyes Karinthy introdujo la llamada teoría de los 6 grados de separación entre las personas. Esta hipótesis propone que cualquier persona está conectada a otra a través de una cadena de cinco intermediarios que se conocen. Es decir, entre dos personas cualesquiera de este planeta sólo hay una separación de seis grados o conectores. ¿Puede el árbol genealógico de Erlich medir nuestra separación máxima?Erlich ha recordado que en 2004 un grupo de científicos del MIT de Massachusetts ya calcularon el ancestro común de todos los seres humanos vivos. "El estudio sugiere que si nos remontamos 75 generaciones, toda la humanidad está conectada a un mismo árbol genealógico y que se necesitan, como máximo, el doble (150 pasos) para conectar dos personas en el mundo. Son muchos en comparación con los seis grados que se dan en las redes sociales. En las redes sociales, cada individuo puede conectarse a cientos de amigos. En genealogía, uno está conectado a dos padres", ha explicado Erlich.

Un árbol útil para la biomedicina
Los investigadores han utilizado este inmenso árbol genealógico para estudiar cómo se heredan ciertas características, como la longevidad, un aspecto genético del que no se tenían datos concluyentes hasta ahora y del que se pensaba que dependía de la interacción de varios genes. ¿Qué vivamos más tiempo depende de la competencia entre distintos genes? Para este análisis, Erlich y sus colegas han estudiado los datos de 3 millones de parientes nacidos entre 1600 y 1910 y que habían vivido más de 30 años. De ellos, sólo el 16% presenta una longevidad que pudiera explicarse por causas genéticas. Los genes que favorecen a alargar la vida sólo la aumentan en cinco años, una cifra pequeña si se compara con aspectos que tienen que ver con nuestros hábitos, como el tabaquismo, que la reducen en diez. Además, al llevar estos datos al gran árbol genealógico, los científicos han comprobado que los genes de la longevidad no interactúan entre ellos, algo contrario a lo que se creía hasta ahora. El estudio desmantela esta teoría ya que de llegar a interaccionar habrían encontrado una mayor correlación entre individuos estrechamente emparentados. Y, aunque sí existe una relación entre la longevidad y el grado de parentesco, se descarta que la interacción entre esos genes afecte a su herencia.La antropología, la investigación biomédica y la salud pública pueden ahora abordar distintas cuestiones con este nuevo método que estudia el parentesco a gran escala. El mismo Erlich ha avanzado a este medio que se propone seguir esta línea de investigación para entender otros aspectos. "Tenemos datos sobre tasas de fertilidad, que es otro rasgo difícil de analizar", ha destacado el científico.

Fuente: ElMundo.es